Como habrán notado quienes han leído algunos de mis escritos anteriores, nunca he ocultado que soy americanista. Empero, las siguientes líneas no obedecen al escandaloso e increíble triunfo de ayer sobre el Toluca. Mucho se ha dicho ya sobre el hecho en los diversos espacios deportivos de las distintas televisoras. ¿Qué si el viaje le afectó al Toluca?, ¿qué si la defensa falló como nunca?, ¿qué si Chucho Ramírez ha logrado el funcionamiento adecuado?, todo ello debe quedar de atrás. Por un lado porque, como fan americanista, me importa poco que le sucedió al Toluca y disfruté enormidad- y aún lo hago-, con el triunfo de los azulcremas; y por otro, debido a que el sábado, durante el partido Chivas vs Pachuca, noté algo que, desde mi punto de vista, sería interesante poner sobre la mesa.
Como seguidor de América estoy consiente del odio que despierta mi equipo en los fanáticos de otros cuadros del balompié nacional, sobre todo, los de Chivas, Pumas y Cruz Azul, y aceptó que es de las cosas que me llevaron a apoyar al equipo antagónico del fútbol, al antihéroe. No obstante, debo reconocer, que al único equipo que le guardo cierto odio deportivo, o al menos así lo pensaba, era al Guadalajara. El sábado pasado tuve oportunidad de ver el partido por televisión. Esperaba, como habitualmente lo hago, que las Birrias perdieran. Mientras los minutos pasaban, y con el Pachuca ganando 2 por 1, me dí cuenta, con cierto horror, que no quería que los Tuzos ganaran. Quería que las Chivas, odiado rival americanista, lograran empatar y porque no, remontar el partido. Quería ver perder al autoproclamado y soberbio equipo de México (Pachuca).
Entonces, con algunas cervezas encima, comencé a buscar hipótesis a dicho sentimiento, es decir, ha buscar respuestas sobre el por qué estaba yo, un fanático americanista, apoyando al Guadalajara. Una de las primeras conjeturas que explore fue sobre el posible odio que le tenía al Pachuca por aquel campeonato que nos arrebataron en los últimos minutos con gol de Damián Álvarez, el cual entristeció la salida del más grande americanista que he tenido el placer de ver jugar, Cuauhtemoc Blanco. Sin embargo, no era razón suficiente, recuerdo que al final del partido no odiaba al Pachuca, es más, admiraba el juego del equipo hidalguense. Después comencé a debatir con los ahí presentes, todos Chivas, la posibilidad de que tal vez toda esa campaña mediática del club Pachuca (la del equipo de México) no es para volverse uno de los equipos más amados del balompié nacional, sino para ser uno de los más odiados, sus ataques al Guadalajara son muestra de ello. Es decir, atacar al equipo, aunque me cueste decirlo, más popular y querido de México tiene sus “negras” intenciones.
Siendo sinceros el Pachuca, a pesar de sus éxitos deportivos, de su Universidad del fútbol, de la promoción incesante que le hacen algunos “analistas” deportivos como Pablo Carillo, no es un equipo que llene su estadio. Es, como tantos otros, un equipo que depende de la visita de los clubes grandes. Dándose cuenta de que el hacer bien las cosas no era suficiente para aumentar su afición, el Necaxa de los 90’s ya era prueba de ello, la directiva de los Tuzos dio un vuelco a la estrategia, volver al equipo uno de los más odiados. Debemos tener presente que el morbo vende. El caso de América es prueba, muchos de mis colegas y amigos, ven los partidos del América solamente para verlos perder, se interesan en saber cómo van esperando que, como en campañas anteriores, vayan mal. Eso mismo pudiera comenzar ha suceder con el Pachuca. No es por casualidad que seguidores de las Chivas, Atlas, América y hasta algunos Pumas que conozco acá en la perla tapatía, expresen su sentimiento anti-Tuzo. Al menos acá en Guadalajara parece ser que el Pachuca está logrando su meta, es más me autoproclamo, ahora que el Pachuca lo ha puesto de moda, anti-Tuzo. Ahora bien, habrá que ver qué sucede en otras plazas del balompié nacional, y notar si acaso es verdad ¿qué ha surgido un nuevo rival odiado en el fútbol nacional?, o sí simplemente es una de esas alucinaciones debida al calor de las copas y al fracaso de nuestros equipos.
Como seguidor de América estoy consiente del odio que despierta mi equipo en los fanáticos de otros cuadros del balompié nacional, sobre todo, los de Chivas, Pumas y Cruz Azul, y aceptó que es de las cosas que me llevaron a apoyar al equipo antagónico del fútbol, al antihéroe. No obstante, debo reconocer, que al único equipo que le guardo cierto odio deportivo, o al menos así lo pensaba, era al Guadalajara. El sábado pasado tuve oportunidad de ver el partido por televisión. Esperaba, como habitualmente lo hago, que las Birrias perdieran. Mientras los minutos pasaban, y con el Pachuca ganando 2 por 1, me dí cuenta, con cierto horror, que no quería que los Tuzos ganaran. Quería que las Chivas, odiado rival americanista, lograran empatar y porque no, remontar el partido. Quería ver perder al autoproclamado y soberbio equipo de México (Pachuca).
Entonces, con algunas cervezas encima, comencé a buscar hipótesis a dicho sentimiento, es decir, ha buscar respuestas sobre el por qué estaba yo, un fanático americanista, apoyando al Guadalajara. Una de las primeras conjeturas que explore fue sobre el posible odio que le tenía al Pachuca por aquel campeonato que nos arrebataron en los últimos minutos con gol de Damián Álvarez, el cual entristeció la salida del más grande americanista que he tenido el placer de ver jugar, Cuauhtemoc Blanco. Sin embargo, no era razón suficiente, recuerdo que al final del partido no odiaba al Pachuca, es más, admiraba el juego del equipo hidalguense. Después comencé a debatir con los ahí presentes, todos Chivas, la posibilidad de que tal vez toda esa campaña mediática del club Pachuca (la del equipo de México) no es para volverse uno de los equipos más amados del balompié nacional, sino para ser uno de los más odiados, sus ataques al Guadalajara son muestra de ello. Es decir, atacar al equipo, aunque me cueste decirlo, más popular y querido de México tiene sus “negras” intenciones.
Siendo sinceros el Pachuca, a pesar de sus éxitos deportivos, de su Universidad del fútbol, de la promoción incesante que le hacen algunos “analistas” deportivos como Pablo Carillo, no es un equipo que llene su estadio. Es, como tantos otros, un equipo que depende de la visita de los clubes grandes. Dándose cuenta de que el hacer bien las cosas no era suficiente para aumentar su afición, el Necaxa de los 90’s ya era prueba de ello, la directiva de los Tuzos dio un vuelco a la estrategia, volver al equipo uno de los más odiados. Debemos tener presente que el morbo vende. El caso de América es prueba, muchos de mis colegas y amigos, ven los partidos del América solamente para verlos perder, se interesan en saber cómo van esperando que, como en campañas anteriores, vayan mal. Eso mismo pudiera comenzar ha suceder con el Pachuca. No es por casualidad que seguidores de las Chivas, Atlas, América y hasta algunos Pumas que conozco acá en la perla tapatía, expresen su sentimiento anti-Tuzo. Al menos acá en Guadalajara parece ser que el Pachuca está logrando su meta, es más me autoproclamo, ahora que el Pachuca lo ha puesto de moda, anti-Tuzo. Ahora bien, habrá que ver qué sucede en otras plazas del balompié nacional, y notar si acaso es verdad ¿qué ha surgido un nuevo rival odiado en el fútbol nacional?, o sí simplemente es una de esas alucinaciones debida al calor de las copas y al fracaso de nuestros equipos.